jueves, 27 de agosto de 2015

Nunca llegaste a leer nada de lo que escribí, ni si quiera esto.

Hola. No esperaba tu visita. Son las cuatro de la mañana, las cuatro y cinco. Estás igual de guapo que como te recordaba. No sé cómo empezar, ni si quiera si hacerlo. ¿Cuánto hace ya? Casi seis meses. Aunque ahora tu sonrisa ha cambiado, estás más feliz. ¿Eres feliz? Sé que si. 
A veces me siento perdida, no sé cómo seguir con las cosas. Otras veces me siento fuerte. Es como si estuvieras ahí conmigo, ¿sabes? No, no quiero llorar. Solo puedo sonreír. 
Nunca llegaste a leer nada de lo que escribí, por desgracia. Mi madre dice que nunca deje de hacerlo. Están bien, como siempre. Te echo de menos. Cada día veo tu foto y te echo mucho de menos. Hace cuatro años que te echo de menos. Pero he dicho que no lloraré, no hoy. No contigo. 
Ella está bien. A veces se siente mal porque cree que te ha abandonado, pero realmente sabe que tu eres feliz si ella lo es. 
No, tranquilo. Seré fuerte, haré lo que quiero y deseo hacer con mi vida. Seré una mujer fuerte, como tu me hiciste ser. 
Claro, claro que te recuerdo. 
Te recuerdo llevándome al campo. Te recuerdo fumando. Te recuerdo jugando conmigo allí. Te recuerdo con los perros. Te recuerdo ayudándome. Te recuerdo cuidándome. Te recuerdo diciéndome que era a la que más querías porque era la primera. Te recuerdo queriéndome. 
También te recuerdo en malos momentos, pero prefiero no pensarlos. Hacer como que esas cosas nunca pasaron. 
Me enseñaste a ser una persona fuerte, aunque tu ni quiera sabes que lo hiciste. Nos mostraste a todos cómo es caer por el abismo. También, que si esa caída se hace rodeado de la gente que te quiere duele menos. Has sido el mejor, lo serás siempre. 
No te vayas aún, no tengo sueño. Tranquilo. Solo un último recuerdo. Vi como no podías parar de mirarme con unos ojos llenos de amor y felicidad. Por favor, no te vayas. Querría abrazarte. Sé que no puedo hacerlo. Mierda, estoy llorando. Te quiero, abuelo.

"Existimos mientras alguien nos recuerda.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Eternidad: nombre femenino.

Soñó con ser alguien. Soñó con entrar en una librería y ver sus palabras plasmadas en unas hojas. De esas que huelen tan especial, a libro recién impreso. Soñó con un pequeño estudio en un barrio bonito de Florencia, una taza de café y veinticuatro horas para ella. Soñó con ser eterna.

Se sentía invencible. Se sentía la más fuerte, la más importante. Se sentía especial y única. En esos momentos nadie podía pararla. Se sentía como ese huracán creado por un simple aleteo de una pequeña mariposa al otro lado del mundo. Se sentía eterna.

Piensa que mirar a alguien e inventar una historia de su vida, ficticia o real, es bonito. Piensa que las personas pueden ser especiales. Piensa que todo el mundo tiene algo que dar. Piensa que puede ser eterna.

Duerme con miedos. Despierta con dudas. Duerme con mil historias inventadas en la cabeza. Despierta con recuerdos. Qué palabra más especial, ¿no? Recuerdos.
Ha sido durante mucho tiempo la palabra más bonita y triste de su vida. Ha creído que crear recuerdos era importante, sin saber que hace años empezó a hacerlo. Esa palabra significa tantas cosas para ella que se la tatuó. Nueve letras que la han hecho feliz en los momento más duros. Tres sílabas que la han hecho sentirse vulnerable en los momentos más seguros. Los recuerdos la harán eterna.

Quizá todo lo que ha sido se debe a ese precioso aleteo de la mariposa. Quizá todo lo que es se debe a las decisiones que ha tomado. Quizá todo lo que será se debe a que se está convirtiendo en el gran huracán que promete ser. Escribirá. Terminará por ser eterna.

Para muchos o para pocos, lo será. Afrontará sus miedos como siempre lo ha hecho. Los huracanes lo hacen, ella en vez de crear caos sembrará diferencia. La valentía la hará eterna.

Se cree prudente. Se cree paciente. Se cree capaz de superar sus metas y cumplir todos los sueños con los que convive. Se cree eterna.

Antes se sentía invencible, ahora es huracán.
Es eterna.