lunes, 9 de diciembre de 2013

Entre un mercadillo y el diamante solo hay una sonrisa.

Acabaste maldiciendo la sonrisa de la rubia. Soñando con sus ojos, fantaseando con su piel. Te ocupaste de no dejar ni un rincón de su cuerpo sin ojear, de oler su perfume y saborear sus labios.
Tu problema fue ir detrás de más rubias, más morenas y hasta las pelirrojas te perdían. Las mujeres. Ese fue tu estúpido problema.
Foto sacada de internet
La rubia, tu rubia, acabó olvidando tu sonrisa entre copa y copa de whisky. Sonreía al espejo a ver si se convencía a si misma. 'Un cabrón, eso es lo que es. Una mierda.' Se decía borracha, con el maquillaje corrido y las lágrimas brotando.
Ella acabó desenamorada, con el corazón roto, débil, perdida, dolida, sangrando recuerdos e inmune a otros cabrones como tu. Y tu tan solo consigues con esas noches de sexo llenar el vacío que ella, esa preciosa rubia, te dejó en el mundo.
Es bonito y muy triste a la vez, tu encontraste a quien necesitar y quien te necesitaba, ella solo encontró amor de mercadillo. Te regateaban y le dabas tu amor a cualquiera. Ella tenía tu sonrisa en una vitrina de diamante.
Cuánta diferencia veo en vuestras vidas. Ella encontrará a otro, siempre hay un chico dispuesto a hacer feliz a una chica como ella. Tu pensarás que puedes vivir sin ella, tirándote a una y a otra, y a otra, y a otra...

Madre. Mamá. Mami. O, como a mi me gusta, Ma.

¿Recuerdas esos momentos de cuando eras pequeño en los que te creías el rey del mundo?
¡Qué equivocados estábamos! 

No salgas, que divertirse es malo.
No bebas, que puedes tener un coma etílico.
No fumes, que morirás.
No practiques sexo, que puedes tener enfermedades.
No vivas, que puedes romperte.

Estamos sujetos a tantas reglas, a tantas manías que nos dicen cómo debemos vivir. Las reglas son para romperlas.
Acabo de dejar de llorar, acabo de terminar algo así como una dura discusión (la cual mañana estará superada) con mi madre. Mi MADRE. Supongo que vuestros abuelos (quizá solo eran los míos, pero yo generalizo) os dirían: 'No le lleves la contraria a tu madre, que lo único que quiere es ayudarte.' Esa frase me sentaba como una patada en la boca, ¿por qué solo quieren nuestro bien? Eso es injusto, ¿los padres no se equivocan? Sé que si, por mucho que no quieran admitirlo (yo tampoco lo admitiría).
La discusión que he tenido con mi madre ha sido una tontería, pero de esas tonterías que duelen muchísimo. Y quizá por faltas de fuerza o de ánimo no quiero volver a sacar más el tema con ella, quizá porque lo he sacado muchas veces, parece que no siente nada al respecto o hace todo esto para que yo me haga más fuerte, aún espero una respuesta a ese por qué.

El problema es que yo, supongo que seré demasiado débil, necesito o necesitaba un empujón para seguir adelante y quizá, espero, lo que me está intentando enseñar es que no puedo esperar ese tirón de nadie más que yo misma.
Quizá es eso. Puede que lo sea.

''Se aprende de errores y hostias.''

lunes, 28 de octubre de 2013

¿En qué nos estamos convirtiendo?

Siempre he pensado que las cosas buenas prevalecen sobre las malas. Creo que cuando alguien hace algo que te llega a doler hay que poner sobre una balanza los malos momentos y los buenos, ver así cual pesa más para ti.
Quizá por eso soy de esas personas que perdona y olvida, por eso soy tan confiada y, a veces, hasta pienso que soy estúpida. No soy rencorosa. Eso en cierto modo es bueno y malo a la vez, es bueno porque no trato de ‘’vengarme’’ de la gente, pero el lado negativo es que vuelvo a confiar en ellos como si nada hubiese pasado y, en ocasiones, todo sale mal porque hacen lo mismo de nuevo. Sin duda es horrible tener la sensación de que te están usando.
Pero, ¿y ahora? Ahora la gente no sabe dar oportunidades, haces lo mínimo y dejan de hablarte e incluso de mirarte, agachar la cabeza no te hace ser mejor persona. La educación va lo primero, es algo que mi madre me enseñó de pequeña y es algo que siempre he respetado. Por mucho que no quiera ni hablar contigo te diré ‘’buenos días’’, quizá parece hipócrita, quizá lo es, pero me da igual. Soy así.

En fin, para terminar debería decir que cuando repites una cosa un par de veces y me duele dejo de confiar en ti automáticamente, soy buena pero no gilipollas.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Buenas noches, mejores días.

Antes de hablar diré que esto NO es amor. 
La palabra amor para ella solo existe para referirse hacia sus padres. 
Para mi ella es un gato y, como todo, tiene su explicación. Pero no la voy a dar, quizá deberías conocerla. Uno de los primeros recuerdos que tengo de ella aun me encanta recogerlo y volver a vivirlo en mi mente. Eran las cuatro de la mañana de una noche bastante lluviosa, decidimos volver a casa a esa hora porque había parado de llover, íbamos caminando, ella me guiaba porque yo aun no conocía bien ese lugar que más tarde he conocido como un segundo hogar. Nuestros pasos retumbaban por las calles, algunas más amplias que otras, pero estábamos totalmente solas. Hablando de unas cosas y de otras, como dos personas que acaban de conocerse, salió el tema de la confianza, su frase fue bonita y a la vez algo triste ''yo, por las cosas que he pasado, no cuento las cosas, no confío en la gente.'' Yo, sin embargo, soy todo lo contrario, demasiado confiada. Unas semanas más tardes, después de mucho rap y muchas risas nos volvimos inseparables. 
Realmente no sé cuánto durará esto, no sé si será de por vida, si nos distanciaremos o no, pero ahora mismo quiero seguir viviendo y recordando momentos como esos. No sé bien porqué escribo algo así, quizá porque necesito decirlo, porque una persona importante merece saber que lo es, o porque hacía demasiado que no escribía y me hace ilusión escribir sobre ella.
Ella. Es una marea salvaje, no sé bien como definirla, aunque como lo he hecho al principio está muy bien, es un gato. Sé que por eso los adora tanto. 
Tiene las ideas claras, si. Y no, no es una típica chica. No, no es nada típica. Siempre me ha gustado su manera de decirme las cosas, es la mezcla perfecta entre claridad y respeto. Cuando la empecé a conocer bien estaba en un mal momento de su vida, ¿y sabes? Creo que por eso ahora estamos tan unidas, he visto su peor momento, y ahora estoy viendo uno de los mejores, he pasado con ella noches malas, y noches inolvidablemente buenas.
He aprendido que beber cerveza es divertido, y que cuando está borracha es demasiado simpática, y cuando digo demasiado es DEMASIADO. He aprendido a ver las cosas desde otra perspectiva, pero nunca será la misma que la suya, sino sería demasiado aburrido.
Es tan poco típica porque ve las cosas a través de un objetivo.
El objetivo de su cámara.

lunes, 17 de junio de 2013

Espejos y sombreros.

Parece que me he enfadado tanto que mis costillas han atrapado mi corazón en un nudo mortal del que sé que no podré salir fácilmente. Respiro profundamente y despacio noto como se van soltando. No hago bien en enfadarme, en sentirme así cuando no debería sentir nada.
'Ha sido una discusión tonta. Bueno, más bien has discutido tu con tu ego y él no ha dicho nada, casi ni se entera de que estabas enfadada. ¿Quizá es que estabas enfadada contigo misma por sentir algo por él? No lo sabes. Además eres tonta por animarle, casi te falta dejarle una nota con un condón: 'ten cuidado, disfuta.' Estúpida. Y todo porque tienes miedo a decirle que no quieres que lo haga con nadie más, la palabra 'tuyo' siempre te pareció demasiado pero joder, es que es tuyo.'
Me encanta hablar conmigo misma en el espejo, parezco el sombrero loco. Bah, ¡a tomar por culo!

¿Rutina? Si, creo que si.

Hoy no ha sido un día fácil, ha sido un día largo y agotador. Como llegan a ser todos los días de exámenes, esos que te despiertas a las 6:30 de la mañana para estudiar y dar últimos repasos desde las 9:00 hasta las 16:30 como si te fuera la vida en ello.
¿Y esa media hora que queda hasta el examen? Esos treinta minutos son los mejor, es el momento de fumarse un cigarro o quizá dos, es el momento de hablar de las tonterías más irrelevantes del mundo, pero que al fin y al cabo sirven para olvidar que en un rato tendrás que estar delante de unas preguntas que algunos sabrán responder y otros no. Seguramente los momentos más tensos son los últimos minutos antes de entrar cuando más de 80 personas nos juntamos en la entrada de la universidad, aquella a la que llegamos prácticamente de rebote y en la cual hemos encontrado un sitio.
Entrar a clase, dejar las mochilas en la pared, lejos de copiones y tramposos. 'Si suena el móvil puedo expulsaros del examen' y todo el mundo mira si está en silencio o apagado. 'A partir de este momento tenéis 10 minutos para pensar si queréis salir de clase o queréis continuar en el examen'. ¿Cómo puedes decidir en escasos minutos si en las siguientes dos horas no aparecerá un ángel que te ilumine o que olvidarás tu nombre? Algunos se van, otros se hacen los valientes e intentan recordar su DNI.  Sea como sea el examen ya ha empezado y los bolígrafos se han puesto en marcha para vomitar todo el conocimiento que tenemos en nuestras cabecitas.
Algunos salen sonrientes, otros salen decepcionados. Quizá las frases típicas son 'sabía que iba a suspender', 'yo no sabía que era eso', '¡me ha salido genial!' (no suele ser demasiado utilizada), 'creo que llego al cinco', y 'veamos si llego al cinco...'
Es difícil definir un día de estos que no sabes si quieres terminarlo ya o si prefieres volver atrás en el tiempo y estudiar desde que dijeron 'Hola, hoy es el primer día de universidad, esta carrera es Comunicación Audiovisual y el temario será...'
Son días difíciles que se recompensarán con el verano.

domingo, 12 de mayo de 2013

Duchas para despertarse.

Noto sus besos en mi espalda al despertarme y abro los ojos, la noche ha sido larga, recuerdo haberme despertado varias veces pensando que el despertador estaba roto y no había sonado. Bostezo y vuelvo a cerrar los ojos. Es bastante bonito despertar al lado de alguien como él. Me gusta notar su barba en mi cuello cuando me da besitos, y su mano pasando lentamente por mi cintura y luego por mi pecho hasta llegar a acariciarme la cara. Me gusta empezar el día así. El me da besos y yo se los correspondo. Los días que duermo con él siempre me ocurre lo mismo, no me quiero ir, le echo de menos.
Ya que por fin nos hemos desperezado totalmente con una simple mirada nos vamos a la ducha, los dos juntos. Con ganas me desnuda, con besos y risas le quito la ropa. Poco a poco nos metemos en la bañera, la cual parece más grande cuando él no está, tras besos y sonrisas salimos de la ducha, a regaña dientes se pone la ropa. No podemos estar desnudos todo el día, ¿no? Quizá si, pero eso lo dejamos para otro momento.

martes, 22 de enero de 2013

Fotografías.

Lunes. 10:07 de la mañana. Abro solo un ojo ya que el otro está bloqueado al poner la parte izquierda de mi cara en la almohada, le miro, hoy es el quien está dormido. No sé si despertarle a besos o a base de pellizcos para devolverle los mordiscos en el cuello del día anterior, opto por lo primero comenzando a darle besitos en el hombro que tengo bastante cerca de la boca. Sigo mi camino hasta su oreja, haciendo una parada para repostar en el cuello.
Al llegar a la meta veo que tiene los ojos entreabiertos, arruga la nariz y no puedo evitar una risita al verle así. Hoy es él quien dice 'Mmm...', yo le doy los buenos días esta vez con palabras, de no haberlo hecho los besos podrían interpretarse como tal pero hoy me apetece hablar algo más. Le dejo solo en la cama, voy a la cocina (o al lado donde están los muebles de cocina, todo ocupa una misma habitación), preparo el desayuno: Tostadas, café, zumo y unas fresas que sobraron de hace dos días. Él tiene que ir a trabajar y yo me quedaré todo el día por aquí, arreglando la casa o simplemente pintando un poco, quizá lea un buen libro o vea algo en la televisión.
Pongo todo en la bandeja y se lo llevo a la cama, normalmente los días de diario yo hago esto mientras que los fines de semana es él quien me despierta con algo nuevo que desayunar. Se acomoda en la cama de tal manera que aunque sigue tumbado puede desayunar, y a la vez mirarme mientras como con él sentada en la cama. '¿Qué harás hoy?', me pregunta. Levanto los hombros, para después decir: 'No tengo rumbo, quizá salgo a andar, o quizá me quedo en la azotea hasta que vuelvas.'
Mi trabajo se basa en vender cuadros y en exponer fotografías, antes hacía muchas más fotos, pero hace cosa de dos meses que tengo olvidada mi cámara. Él, sin embargo, trabaja en una empresa importante donde le pagan bien y le cuidan mejor. Nunca se ha quejado de que yo no trabaje, le gustan mis cuadros y también las fotos, una de mis exposiciones se basó en él, aunque nadie sabía quien era, hice fotos de momentos nuestros sin que se nos viera la cara en ningún momento.
Medio termina su café al ver la hora que es, se viste corriendo y se marcha después de darme un beso. 'Ya estoy sola' digo en voz alta. Miro debajo de la cama, poco a poco consigo alcanzar la caja donde guardé las fotos, paso una a una sonriendo e incluso llorando. Es nostalgia, no por él, si no por las fotos. A él aun le conservo y le quiero aunque no se lo diga demasiado, sé que lo sabe.
Y ahí está mi foto favorita: Aparecemos sentados en la cama, él sin camiseta y con unos vaqueros, yo con un vestido blanco suelto. Me encuentro otra vez en ese momento, sentada sobre la cama pasando mis piernas por encima de las suyas, que cuelgan hasta el suelo, agarrada a su cuello, notando sus labios sobre mi cabeza mientras yo escondo mi cara en su pecho. Fue un momento tierno, me sentía una niña pequeña y así lo expliqué en la instantánea. Vuelvo al presente descubriendo que tengo una enorme sonrisa aparte de dos lágrimas cayendo por mis mejillas. Es el efecto que tiene en mi: sonrío y lloro.
Guardo las fotos de nuevo, prometiéndome una y otra vez que volveré a sacar la cámara a pasear mientras él está en casa.

lunes, 14 de enero de 2013

¿Domingos dulces?

Tras un par de vueltas por la cama, y de darnos unos cuantos besos más me animo a decir mis primeras palabras del día: '¿Y si vamos a dar un paseo?' No son demasiadas pero con eso y un leve movimiento de su cabeza sé que hay que prepararse para salir.
Me pongo unos vaqueros cortos y una blusa ancha que deja al descubierto uno de mis hombro, él sale del baño y yo entro para asearme un poco, llevamos encerrados en su casa casi dos días, ya es hora de salir. Cepillo poco a poco mi pelo rubio, mirando de reojo hacia la habitación donde él se está vistiendo. Elige una camiseta blanca y unos vaqueros simples, sonrío al ver lo bien que le queda y después sigo a lo mío. 
Cuando salgo del baño le acaricio la mandíbula, notando la aspereza de su barba de tres días que tanto me encanta, le doy un pequeño beso en la barbilla antes de ir a por mi gorro.
Salimos a la calle notando el fin de la primavera y el inicio del caluroso verano, paseamos cogidos de la mano, gesto que me gusta, me siento unida a él. Aun no hemos hablado más que siete palabras y no nos importa, vamos mirando tiendas a las que nunca entramos, y sonriendo a la gente con la que nos vamos encontrando, bajamos la calle principal para terminar en el río. 
Al llegar allí me suelta la mano, yo empiezo a andar río arriba como acostumbro, me gusta dar eternos paseos para pensar un poco en mi, para respirar hondo. Recuerdo que hace un año pinté la puesta de sol desde este mismo sitio, me llevó una semana acabarlo, y cuando se lo enseñé él cogió el lienzo y lo colgó justo encima de su cama, la misma cama donde habíamos estado hace apenas una hora. Allí está desde entonces. 
Cuando vuelvo donde le había dejado no le encuentro, solo veo su ropa encima de una piedra. Al principio me asusto, pero cuando le veo en el agua chapoteando como un crío sonrío. Está bastante lejos pero veo sin dificultad su gesto de 'ven aquí' con la mano. Niego con la cabeza, riendo. Sé que al final acabaré cediendo, pero al negarme hago que venga a por mi, me desnuda lentamente para cogerme en brazos y meterme con él en el agua. Un pequeño grito sale de mi garganta al notar el agua fría, luego río al ver su cara, para después besarle. Antes odiaba los domingos, ahora también los odio pero un poco menos.
Después de un cansado día de chapoteos y besos volvemos a casa con el pelo mojado y las sonrisas bien puestas, pasamos cerca de la pastelería y le hago parar en seco por el olor, cierro los ojos, huele a bollos, huele a pan, me encanta. Me deja sola un momento y pasa a por un par de donuts, volviendo a mi lado enseguida, le guiño un ojo dándole las gracias por ello.
Domingos sin palabras, usando de intermediarios besos y caricias.

domingo, 13 de enero de 2013

Puzzles.

Respiro hondo algo aturdida, no encuentro de donde viene su olor. Sea quien sea huele igual que él, o quizá es él, ¿habrá venido a por mi? 'Ilusa', me repito una vez tras otra en la mente.
Hace unos seis meses que no le veo, desde que dejó mi casa, saltando por la ventana unos segundos antes de que mi padre entrara a la habitación, justo después de una de las peores discusiones que habíamos tenido nunca. Esta vez no saltó tras guiñarme el ojo, esta vez ni me miró antes de abalanzarse al vacío, entonces supe que ya no sería igual, que sus ojos verdes y mis ojos azules no se fundirían más en miradas como las de la cama, ni habría sonrisas como las que salían a la superficie entre beso y beso.
Sentada en la plaza, respiro hondo de nuevo, y vuelvo a percibir su aroma único y especial, giro la cabeza para un lado y para otro, pero no está, le he perdido sin duda. Creo que esto es un aviso de que no está, ni estará. Es hora de que hable con otros chicos, de que le devuelva la sonrisa al chico de la panadería o que hable más a menudo con mis amigas, aquellas a las que dejé cuando él me destrozó.
Ahora es momento de buscar a un chico que sepa hacer bien puzzles, porque mi vida está dividida en mil cachos distintos.

sábado, 12 de enero de 2013

'Mmmm...'

Noto levemente las yemas de sus dedos por mi nuca, acaricia las vertebras de mi espalda una a una haciendo que mi vello se erice. Siento un leve escalofrío cuando llega a la mitad de mi columna pero dejo que siga con sus muestras de amor, ¿quién lo diría? ¿quién imaginaría que él me mostraría su amor y que yo sería la que no hace nada?
Deja mi espalda para centrarse en mi cuello, al posar sus labios en él hace que apriete los labios y cierre los ojos con fuerza sin que mi acompañante note nada, aunque sabe que eso no debe hacerlo sigue con ello, jugueteando como un niño cuando le niegas algo. Poco a poco abro los ojos, permitiendo que su mirada se pose en la mía, esos ojos castaños que me encantan me miran y sonríen. Si, sonríen los ojos porque saben que hacen cosas que no debe, que están sobrepasando el límite, pero les da igual, son furtivos. Cuando aparto la vista de aquellos penetrantes ojos puedo ver la habitación, blanca y serena, relajante. Al mirar por la ventana las vistas me enamoran casi como él, un pequeño pueblo que desemboca en un río, el paisaje también es tranquilizador, creo que viviría horas delante de esa ventana, pero prefiero no decir nada.
Un pequeño sonido parecido a un 'Mmmm...' sustituye al buenos días, el chico lo nota y me da un beso para contestarme con sus 'buenos días', creo que no me movería de allí nunca si no fuera porque un olor a café y tostadas me llama, haciendo que mis tripas decidan levantarse de la cama por mi.
No hablo, no habla. Me levanto de la cama, me pongo la camiseta más ancha que tengo y en bragas me muevo hasta la mesa de la cocina, justo en el centro de ésta, donde se sitúa el tostador y la cafetera, además de una tabla para cortar y unos cuantos cuchillos. Es una especie de loft bastante bien cuidado por sus padres, paredes blancas y muebles negros o en su defecto verdes, salón, cocina y habitación todo junto, pero no mezclado, al fondo justo en frente de la entrada hay unas escaleras de caracol metálicas que dan a una enorme azotea desde donde se ven todas las estrellas.
Quizá su compañía me gusta tanto por el respeto que tiene hacia mi espacio, sabe que soy distante cuando quiero, a veces no me puedo levantar de su regazo ni dejar de darle besos, hay momentos en los que prefiero callar, otros en los que no paro de hablar, a lo mejor me pilla en un mal día y le respondo con algo cortante o dañino, o quizá le sonrío con todo el amor que puedo ofrecerle. Así soy, y él lo sabe, por eso me deja libre. No suelo escaparme demasiado, con otras personas he llegado a desaparecer un mes entero, pero aquí me siento bien, subo a pintar o voy al pueblo a tomar algo, a veces con él y otras sola.
Termino mi desayuno, me dirijo hacia su espalda desnuda y le doy un beso en la nuca, abrazándole por detrás, no veo como sonríe pero sé que lo hace igual que yo. Le muerdo en la oreja a sabiendas de que notará que es una pequeña venganza por sus besos en el cuello, él se gira y yo salgo corriendo hasta la cama, cuando me giro para ver donde está, se abalanza sobre mi y me tira suavemente sobre ella, yo río y él me besa.
Y así seguimos toda la mañana, casi sin hablar, porque hoy no es un día de grandes palabras, sino de mejores gestos.

lunes, 7 de enero de 2013

21 guns.

Esta es mi sorpresa de cumpleaños una semana antes del cumpleaños, sé que ese día no quiere absolutamente nada, por no querer no quería ni esto, pero mi deber como amiga es hacerle algo tan cursi que le haga sonreír demasiado.
Hace tiempo que me tiene fascinada su manera de hacerme sentir bien, de hacerme ver las cosas como son y de decirme las cosas según las piensa, no por agradar a la gente. Una explosión de amistad, es gracioso porque yo pensaba que un mejor amigo era mucho menos de los que él me ha dado en cuatro meses, es el hermano que no tengo, también por la relación que tenemos: me ayuda, me defiende, me entiende, me hace sonreír, pero a la vez me hace de rabiar, si se tiene que enfadar se enfada, me dice lo que hago mal... Un hermano, si.
Odio cuando me deja con ganas de mimos, pero me encanta quedarme hasta las cinco de la madrugada escuchando como jugaba con sus muñecos, leyendo su pizarra, hablando de frikadas, de películas que nunca vi, debería ver y aquellas que bajo ningún concepto debo ver, ver su cara de enfado en la que levanta una ceja y me llama... Puta, pedorra, rubia, fea, guarra, y un sin fin de insultos que me dan igual porque sé que los dice con todo el amor con el que se pueden decir cosas así.
Para mi siempre serás ese tío que habla de forma irónica, borde y graciosa a la vez, que me encanta. Siempre habrá un cielo tras la muralla, recuérdalo.
Felices no 21, por ahora.